Pueden ser antropósofos quienes sienten determinadas cuestiones sobre la esencia del hombre y del mundo como una necesidad tan vital como la que se siente cuando tenemos hambre y sed”: con estas palabras Rudolf Steiner ponía bien alta la barrera de entrada a quienes desearan iniciarse en la disciplina, con un nivel de exig encia similar al de las antiguas religiones mistéricas. Steiner defendía que toda religión es válida y verdadera en el tiempo y contexto cultural en el que nace, y que las formas históricas del cristianismo necesitan ser transformadas considerablemente en nuestro tiempo para acompañar la evolución de la humanidad. En su obra Cómo se adquiere el conocimiento de los mundos superiores, publicada en 1904, ofreció una de las exposiciones más lucidas e inspiradas del camino de evolución espiritual del ser humano.